Sus tacones, a veces altos, tocan el suelo con ligereza y franqueza. El ruido la adelanta. Olivia Ruiz no anda de puntillas. “Entre le calme et la tempête” es su cuarto álbum. Este disco es el suyo : lo ha pensado, ha soñado con este disco y lo ha trabajado.
De Nicolas Preschey
[multicol]
Dicotomía de emociones. Meteorología interna que se vuelve caprichosa a causa de los acontecimientos de la vida.
Profundidad de las palabras. Profundidad de los sonidos. Antes no sabíamos que Olivia Ruiz estaba capaz de sacar de ella tantos fuente de inspiración para sus canciones.
Pero buscar en sí mismo a veces no es suficiente, tenemos que ir más lejos. Ponerse en peligro. Buscar una nueva luz. Estar en el exterior para entender mejor el interior. Necesita irse. Ir en busca de nuevos puntos de referencias en territorios que no tienen unos. Irse pero no huirse.
En febrero, Olivia Ruiz decidió irse al oeste, donde el sol se pone, pasar la noche a esperar la alba de otro día para elevarse de nuevo. Irse lejos y seguir adelante. La necesidad de viajar. Una necesidad vital. Escaparse. Tener cosas que abruman. Estar muy triste. Irse sola. Hacer una escapada insular. Cuba. No noticias.
Luego un mensaje. Me fui de Cuba. Acabo de llegar a Los Ángeles. Todo está bien. Avanzo. Sigo buscando. ¿ Buscando qué ? Buscar todo y su contrario a la vez. Necesidad de vivir. Necesidad de revivir.
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Vivir en el momento presente. Admitir la casualidad. Aprovechar de los encuentros. Multiplicarlos. Intercambios. De buena fe. Sinceridad antes de todo. Canción terapia.
Pero las letras de una canción no son iguales a las palabras que se dicen en el psicólogo.
Olivia Ruiz habla de ella y de los demás.
Con precisión y delicadeza. Cantar en vez de hablar. Pudor de las emociones frente a la grandeza de los sentimientos. Volverá unos días después a París. No mucho tiempo. Está decidido. Todo ocurrirá en otro lugar. Libre. Imperceptible. Ha encontrado el buen camino. Cuba otra vez. Bogotá una vez. Muchas veces en Los Ángeles.
Los encuentros eran demasiado excelentes. Merecían más tiempo. Imágenes que vuelven en la mente como unos flash. Unas noches pasadas a bailar en las aceras de La Habana, las colinas que verdecen alrededor de Trinidad, las horas pasadas en los autobuses, los aviones, los aeropuertos, la playa de Venice, las habitaciones de hoteles, las casas de huéspedes, las historias contadas, las historias intercambiadas, y esta casa-estudio en la Ciudad de Ángeles que aparece como por arte de magia.
“Le calme et la tempête”. Una linea adicional en la historia de
Olivia Ruiz.
Pero una linea que tiene importancia. Una linea que parece a las de las manos leídas por una Bruja cubana que dijo con toda su sabiduría de mujer mayor “Confía en la vida y todo irá bien”.
